viernes, 28 de noviembre de 2008

Una Santa Alianza del Siglo XXI

UNA SANTA ALIANZA DEL SIGLO XXI
Carlos Leiva Villagrán


El Papa recibe al Islam en Roma

El reciente encuentro [1] al más alto nivel sostenido por la Iglesia Católica y el Islam a comienzos del pasado noviembre en Roma marca la consolidación de la estrategia conservadora del pontificado de Benedicto XVI, destinada a debilitar las bases laicas de la organización política de Europa y revitalizar la influencia clerical católica en las decisiones públicas de los estados del Viejo Continente. Para ello, el Vaticano viene desarrollando, desde 2006, una serie de acciones de acercamiento al Islam, que podrían parecer insólitos desde la perspectiva de la aparente distancia irreconciliable entre los mundos cristiano y musulmán, pero que tienen como claro objetivo el fortalecimiento general de la dimensión religiosa en el mundo.

La improbabilidad de una vinculación entre el Vaticano y el Islam se fundaba, hasta 2006, en la evidente incomodidad de la Iglesia Católica y de sus fieles, especialmente europeos, tras las oleadas de inmigración musulmana, y su pretensión de obtener reconocimiento social y político a sus prácticas culturales y religiosas, en un espacio tradicionalmente cristiano. Asimismo la ofensiva de la yihad que por décadas han mantenido grupos islamistas radicalizados, y que ha culminado con el ataque a las Torres Gemelas de Nueva York en 2001, ha fortalecido en la cristiandad un sentimiento de rechazo generalizado al Islam. No ha sido menor tampoco, en la creación del sentimiento anti-islámico, la acción político-religiosa que representan personeros como el presidente Ahmadinejad de Irán, que en 2005 declaraba [2]:

"Debemos creer en el hecho de que el Islam no está confinado a fronteras geográficas, a grupos étnicos o a naciones. Es una ideología universal que conduce al mundo a la justicia. No nos asusta decir que el Islam está listo para dirigir el mundo. Debemos prepararnos para regir el mundo".

A su vez, por el lado del Islam, la posibilidad de un acercamiento hacia la cristiandad se estimaba profundamente perturbada por las acciones de intervención militar y política occidentales en los territorios del mundo musulmán. Tampoco podría obviarse para completar las dificultades de una relación de unión entre católicos y musulmanes el pendiente tema de Palestina e Israel, frente al cual Occidente y la propia Iglesia Católica han prestado abierto o velado apoyo a la causa judía.


El contradictorio discurso en Ratisbona

Para la comprensión del trasfondo del acercamiento de la Iglesia Católica al Islam, no se puede eludir la consideración del discurso[3] que el Papa pronunciara en la Universidad de Ratisbona el 13 de septiembre de 2006. En esa ocasión, Benedicto XVI elaboró un discurso orientado a tratar la relación entre razón y fe, y en la primera parte del mismo hizo mención a una lectura que él había efectuado, y que ponía en labios del emperador bizantino Manuel II Paleólogo, dirigiéndose a un interlocutor persa en 1391, la siguiente frase: "Muéstrame también lo que Mahoma ha traído de nuevo, y encontrarás solamente cosas malas e inhumanas, como su directriz de difundir por medio de la espada la fe que predicaba". Con esta frase, el Pontífice graficaba la opinión del autor que estaba referenciando, Theodore Khoury, para quien, a diferencia del cristianismo, en la doctrina musulmana Dios es absolutamente trascendente y en su voluntad no había nada que lo ligara a la racionalidad. Las reacciones suscitadas [4]en el mundo político y religioso musulmán, por las expresiones de Ratzinger,fueron extremadamente duras. Hubo manifestaciones públicas en Europa y Africa, y aún atentados contra dignatarios católicos y propiedades de la Iglesia. En Turquía, Salih Kapusuz, diputado líder del partido del Pimer Ministro, señaló que el Papa "tiene una mentalidad oscura proveniente de la oscuridad del medioevo, y con estas desafortunadas e insolentes declaraciones está cayendo históricamente en la misma categoría que líderes como Hitler y Mussolini".

El Vaticano reaccionó comunicando las excusas del Papa que, por cierto, hacían notar que las expresiones consideradas ofensivas correspondían a citas que había efectuado el pontífice, que no constituían ni su opinión ni la de la Iglesia Católica[5].

Exactamente un mes después, el 13 de octubre de 2006, 38 dignatarios religiosos de todas las ramas del Islam enviaron una carta abierta [6]al Papa, en que representaban que el Pontífice había incurrido en numerosos errores al referirse e interpretar la doctrina del Islam, pero reconocían sus disculpas y esperaban que en futuro hubiera mayores gestos de acercamiento entre cristianismo e islamismo, basados en que ambas creen en el mismo y único Dios, que ambas son herederas de Abraham, y entre las dos religiones abarcan más del 55% de la humanidad.

Ratisbona, con todo, y paradojalmente, marcaría una inflexión en el posicionamiento político del Vaticano, como se insinúa en el mismo texto del discurso, en el que revela el corazón de la estrategia política papal, que se hace visible a partir de ese momento.

Razón y Fe en el discurso de Ratisbona

Como se señalara anteriormente, el discurso de Ratisbona estaba destinado a tratar la relación entre razón y fe, teniendo como hilo conductor la afirmación papal, que Ratzinger señala es una convicción, de que "actuar contra la razón está en contradicción con la naturaleza de Dios", y que en ella "se manifiesta la profunda concordancia entre lo que es griego en el mejor sentido y lo que es fe en Dios según la Biblia".

El propósito de Ratzinger es, en primer lugar, demostrar que el Evangelio que proclama la Iglesia Católica se ha nutrido de lo mejor del pensamiento griego, aportando la dimensión racional de su filosofía a la espiritual proveniente del Libro hebreo, de tal modo que la racionalidad es una dimensión que está presente en la proclamación del evangelio desde sus raíces. A la revelación bíblica se le habría unido lo que el Papa denomina "auténtica ilustración" griega. En este aspecto, el Papa llega a expresar que es este encuentro greco-cristiano, al que se une el patrimonio de Roma, el que creó a Europa y que permanece como su fundamento. No cabe minimizar esta afirmación, pues ella está en sintonía absoluta con la pretensión de recuperar las raíces cristianas de Europa, en lo que han coincidido [7]recientemente el propio Pontífice y el Presidente de Francia, Nicolás Sarkozy.

En segundo lugar, siguiendo lo que denomina "intentos de deshelenización" del cristianismo, Ratzinger desarrolla una crítica a los que habrían sido los intentos históricos de separar, en el cristianismo, la razón de la fe. Uno de estos intentos, que el Papa asocia a la teología liberal de los siglos XIX y XX, es la de presentar a Jesús sólo como el hombre emisor de un mensaje moral humanitario, desligándolo de las elucubraciones teológicas y de las helenizaciones, y logrando de este modo que el cristianismo estuviera en armonía cn la razón moderna, librándolo de la fe en la divinidad de Cristo y en la trinidad de Dios. El Papa ve en esto una expresión de la "autolimitación moderna de la razón" que se expresaría típicamente en las "críticas" de Kant, y que se radicalizaría posteriormente en el pensamiento de las ciencias naturales. De este modo, nos dice que bajo esta deshelenización "sólo el tipo de certeza que deriva de la sinergia de la matemática y método empírico puede considerarse científica" y que "el método (científico) como tal excluye el problema de Dios, presentándolo como un problema a-científico o pre-científico".

Las quejas del Papa ante esta "deshelenización" son, al mismo tiempo, un amargo reproche a la consideración de la ciencia moderna:

"...si la ciencia en su conjunto es sólo esto, entonces el hombre mismo sufriría una reducción, pues los interrogantes propiamente humanos, es decir -de donde viene y adonde va-, los interrogantes de la religión y de la ética, no pueden encontrar lugar en el espacio de la razón común descrita por la "ciencia" entendida de este modo y tienen que desplazarse al ámbito de lo subjetivo."

Y agrega:

"Sin embargo, de este modo la ética y la religión pierden su poder de crear una comunidad y se convierten en un asunto totalmente personal. La situación que se crea es peligrosa para la humanidad, como se puede constatar en las patologías que amenazan a la religión y la razón, patologías que necesariamente deben explotar cuando la razón se reduce hasta tal punto que las cuestiones de la religión y la ética ya no le interesan. Lo que queda de estos intentos de construir una ética partiendo de las reglas de la evolución, de la psicología o de la la sociología, es simplemente insuficiente."

Las expresiones anteriores, extraídas del discurso de Ratisbona, constituyen inequívocamente una visión que para el Papa no sólo incumbe a la Iglesia Católica, sino a la religión en general. En las palabras papales se revela que él no acepta que el tema de Dios quede fuera de la ciencia, como objeto de estudio. Por otra parte, su insistencia en afirmar que la religión cristiana tiene como fundamento no sólo la fe sino la razón, indica que, en su opinión, el método científico no debería prescindir del componente religioso, en la medida que éste está también empapado en razón. La razón, a su juicio, no debe prescindir de la fe. Por último, al Papa le parece que, en la medida que lo religioso queda circunscrito a la subjetivo, la ética sigue inevitablemente ese destino, y cada sujeto se convierte en la única instancia ética. En otros términos, la ética o es religiosa, o definitivamente cae en el relativismo.

Es imposible minimizar la significación del discurso de Ratisbona como enunciado de los objetivos del papa Ratzinger en relación con el papel que estima debe asumir la religión frente a la ciencia y a la ética. El Papa no está dispuesto a aceptar que la ciencia constituya una disciplina del quehacer humano que prescinda de la religión, ni en su objeto ni en su método. Tampoco está llano a asumir que la ética que se deriva de las creencias religiosas, como asimismo la propia religión, se restrinja al ámbito de la subjetividad de sus adherentes. El corolario es que la religión como un todo, lo cual incluye no sólo a la Iglesia Católica, debe hacer frente a las pretensiones "positivistas" de excluir de la ciencia a la religión y a la teología, y a las pretensiones morales materialistas de excluir a las religiones de su rol fundamentador en la ética, lo que en definitiva significa que todas las religiones deben tener un rol protagónico en la formación de la ley de sus pueblos.


Ratzinger se reencanta con el Islam

Después del discurso de Ratisbona, y a pesar del torpe desliz papal en relación con el Islam, no es extraño que la política del Vaticano se haya orientado más a buscar concordancia para la acción con otras religiones monoteistas, antes que señalar sus diferencias. Asimismo, la visión geopolítica del papado de Benedicto XVI no se centra en la defensa de los pueblos occidentales de la cristiandad frente al Islam, sino más bien considera a la religión islámica como una potencial aliada en su cruzada más esencial que es enfrentar al laicismo y al ateismo enquistados en Occidente, responsables de la marginación de la Iglesia Católica en el establecimiento de la moral y de las políticas públicas. El Islam, para Benedicto XVI, no es un enemigo de la Iglesia; por el contrario, lo ve como una fuerza de creyentes en la que puede encontrar un aliado para combatir a los infieles. Su lema podría ser que es preferible un creyente musulmán antes que un laicista occidental.

En todo caso, las convicciones de Ratzinger acerca del islamismo vienen desde mucho antes. Ya en 1993, el cardenal Ratzinger en "Una mirada a Europa"[8], expresaba su indisimulada admiración por la capacidad del Islam para fortalecer su religiosidad a la par con la bonanza material que le proporcionaba el petróleo, cosa tan distinta a lo que sucede en Occidente en que los mayores progresos coinciden con pérdida de religiosidad de los pueblos. En sus palabras: "Mientras que en Occidente el impulso económico ha conducido a un debilitamiento de la sustancia religiosa, en el mundo islámico se vincula al nuevo impulso económico una nueva conciencia religiosa, en la cual se conjugan en indisoluble unidad la religión islámica, la cultura y la política". Al cardenal Ratzinger, le parece que Occidente ha sido injusto con el Islam, confundiendo las manifestaciones políticas radicalizadas con la esencia del islamismo: "No deberíamos disponernos con tanta ligereza al análisis de un fenómeno tan completo como éste. El Islam, tan seguro de sí mismo, actúa desde lejos sobre el Tercer Mundo como algo más fascinante que un cristianismo dividido consigo mismo".

Lo anterior nos muestra que en el cardenal, ahora Papa, hay una antigua mirada positiva hacia la religión del Islam, muy apartada de la muy corriente visión estigmatizante del mundo musulmán. Después de Ratisbona, el pontífice procurará enfatizar los puntos comunes y convergencias con el Islam, a despecho de los ataques de la jihad y de los atentados terroristas en Occidente a los que se ha responsabilizado a grupos islamistas. Para el Papa, la religión islamista no es responsable de los actos de violencia de sus adeptos. Aún más, a pesar de la reprobación oficial, el Papa no puede dejar de percibir que situaciones como el ataque a las Torres Gemelas de Nueva York constituye un mensaje en que la religión reclama un espacio en el mundo político, lo cual es precisamente uno de sus objetivos. No es infrecuente que el Papa provoque desasosiego e indignación en muchos seguidores que, alarmados por la descristianización de Europa, estiman que la Iglesia Católica debería erigirse como una institución puntal[9] en la defensa de los valores cristianos occidentales, amenazados por la agresión y por la inmigración proveniente de los países islámicos. Por cierto, la Iglesia Católica ha condenado regularmente los actos de violencia, pero ello no impide al Papa que busque con paciente fe el acercamiento con el mundo del Islam. El Papa ha dejado claro que no se aliará con el laicismo contra el islamismo. Por el contrario, está dispuesto a unirse al Islam para derrotar al laicismo, aunque ello pueda significar el crecimiento de la fe islámica en Occidente.

A fines de noviembre de 2006, tan sólo 2 meses después de Ratisbona, el papa Benedicto XVI visitó Turquía por 4 días, marcando, ahora sí, inequívocamente su disposición de amistad hacia el mundo musulmán [10], partiendo por efectuar comentarios que se entendieron como un respaldo a la postulación de ingreso de Turquía a la Unión Europea, con lo que se retractaba de las posturas negativas que había sostenido en esta materia con anterioridad a ser ungido en el solio de San Pedro. Asimismo, se entendió como un gesto amistoso hacia el Islam cuando visitó una mezquita, y se arrodilló para orar, a la usanza musulmana, en dirección a La Meca [11]

El 30 de noviembre de 2006, Douglas Murray, autor de "Neoconservadurismo: Por qué lo Necesitamos" se preguntaba cómo es posible [12]que hubiera cambiado tanto desde hacía tan sólo 2 meses cuando en su opinión había establecido en Ratisbona la diferencia esencial entre la razonabilidad del cristianismo y la posibilidad radical de usar la violencia para imponer la fe en el Islam, insinuando una cierta hipocresía del Pontífice, para rematar reflexionando de la inconveniencia de aplicar la tolerancia religiosa con una religión como el Islam, donde es imposible que ella pudiera establecer la relación en términos de similar tolerancia.

Una Palabra Común

Empero,las jerarquías católicas e islámicas parecen coincidir en sus objetivos estratégicos, alejándose de los sentimientos de desconfianza de los adeptos de una y de otra. Después de las explicaciones de Ratisbona, ambas religiones apuntaron al diálogo sobre la base de sus coincidencias, haciendo tabla rasa, al menos por ahora, de sus diferencias. Exactamente 1 año después de la carta abierta que las 38 autoridades del Islam enviaron al Papa, el 13 de octubre de 2007, ahora 138 clérigos e intelectuales musulmanes tomaron iniciativa y emitieron un mensaje bajo del denominación de "Una Palabra Común entre Nosotros y Vosotros" [13] dirigida a los líderes religiosos y a los cristianos de todo el mundo, proclamando que existe una coincidencia doctrinaria básica entre el Cristianismo y el Islam, e invitando a los cristianos a encontrarse con el mundo musulmán sobre la base de lo que es común y esencial a ambas religiones.

El párrafo inicial de Una Palabra Común proporciona una idea de la magnitud universal de pretensión de esta unión. Dice así:

"Los musulmanes y los cristianos forman juntos más de la mitad de la población mundial. Sin paz y justicia entre estas dos comunidades no puede haber una paz significativa en el mundo. El futuro del mundo depende de la paz entre musulmanes y cristianos."

Ésta constituye una declaración que denota el carácter universalista de la religión islámica, que la emite, y de la religión que la recibe en la medida que no la cuestione. Aquello que en Occidente se considera que forma parte de la esfera política, independiente y autónoma respecto de la religión, en esta declaración aparece como el resultado absoluto de la voluntad de las religiones mayoritarias del mundo. Por el lugar que ocupa la Iglesia Católica en el mundo laico occidental habría cabido esperar, quizás, una contraproposición que aclarase el alcance que en nuestras sociedades tienen las religiones y su abstención en relación con el poder político. Sin embargo, la Iglesia Católica no hizo objeción alguna al documento islámico, cuestión que resulta gravemente procupante para el mundo político democrático occidental, una de cuyas bases es la laicidad de los estados y la prescindencia de la religión en la actividad política.

Aún más, en noviembre de 2007 el Papa recibió al rey Abdullah [14]de Arabia Saudita, en un encuentro del más alto interés para ambos personeros. El rey saudí representa la cara política moderada y conservadora del Islam, que ha visto en la relación con la curia vaticana, la posibilidad de incidir en las políticas occidentales de un modo favorable a la inserción geopolítica del conservadurismo islámico en el convulsionado medio oriente. Esta relación político-religiosa, que se plasma en el diálogo religioso doctrinal y en las interacciones del Papa con los gobiernos de Turquía y Arabia Saudita, es la que ha venido en denominarse por algunos la nueva Santa Alianza [15], tomando la denominación de la que formara el canciller austríaco Metternich con Prusia y Rusia después de la victoria sobre Napoleón en 1815, y cuya característica es la constitución de una alianza práctica, por sobre las diferencias ideológicas, con el propósito de mantener a salvo su poder. En este caso, la nueva Santa Alianza pasa por sobre las diferencias doctrinarias y culturales entre el Islam y la Iglesia Católica, y su finalidad es fortalecer la influencia del conservadurismo religioso en Europa y el mundo, en detrimento de los infieles, léase laicismo y ateísmo.

El reciente encuentro católico-musulmán de noviembre de 2008, cuyas conclusiones[16] llaman nuevamente a reforzar las coincidencias católico-islámicas, ha sellado el "agreement" de la Iglesia Católica en este pacto de no agresión, que podría transformarse en una Santa Alianza de iglesias, destinada a emprender acciones conjuntas en defensa de la fe, amenazada por la razón.

El Papa, en esta cruzada, ha ignorado o minimizado la importancia de los aspectos que, a ojos de los creyentes, más distancian a ambas religiones. Ninguna mención a la persecusión de los cristianos por los musulmanes en Irak. Ninguna palabra a la pretensión islámica de "invadir" los dominios culturales que históricamente ha mantenido el cristianismo en Europa. Tampoco el Papa ha vuelto a insistir acerca de sus opiniones de Cardenal, previas a su papado, acerca del carácter estático o violento del Islam (salvo del desliz de Ratisbona en 2006). Tampoco el Papa se ha transformado en vocero de los valores occidentales que reclaman frente al Islam por la intolerancia, al apartheid de las mujeres (velo en la escuela, en las instituciones, en la calle, autosegregación en las piscinas), la condena a muerte de críticos del Islam (Salman Rushdie, Robert Redeker), la sharia, las lapidaciones, o la esclavitud, por no hablar de la criminalización de la homosexualidad (que quizás el Papa comparta en su fuero interno). En otros términos, Benedicto XVI está dispuesto a subestimar las diferencias religiosas y culturales con el Islam, denotando que se siente mucho más cerca del Islam de lo que los católicos en general desearían. Y ello se entiende por la importancia que el Papa le atribuye al hecho de que el Islam comparta con la Iglesia católica la visión del papel protagónico que le cabe a las religiones en el futuro no sólo social, sino también político, de sus pueblos.


Conclusiones

Cabe concluir entonces que en los últimos años, la Iglesia Católica de Ratzinger y la clericalidad islámica del más alto nivel han avanzado en una estrategia que implica el olvido práctico de sus diferencias doctrinales, aún a contrapelo de los deseos de sus fieles, con el muy firme objetivo de posicionar a la religión, sin importar si es islámica o cristiana, como un referente a considerar en el hacer público de las naciones y las instituciones, especialmente las europeas. Iglesia Católica e Islam combatirán por sustituir el reino de la razón y la ciencia por otro en que la razón y la ciencia incluyan a la fe.

La democracia, la ciencia y el laicismo deberán tomar debida nota de la amenaza clerical ampliada de esta Santa Alianza del siglo XXI.


NOTAS

[1]Zenit. El Mundo visto desde Roma. El Papa propone a los musulmanes cooperar por la dignidad de la persona. 06.11.2008. http://www.zenit.org/article-20352?l=spanish

[2] Asia Times. Middle East May 6,2008. The heart has its own unreason, by Spengler. http://www.atimes.com/atimes/Middle_East/JE06Ak03.html

[3] Zenit. El Mundo visto desde Roma. Discurso de Benedicto XVI en la Universidad de Ratisbona. 13.09.2006. http://www.zenit.org/article-20352?l=spanish

[4]Wikipedia. Controversia del Papa Benedicto XVI con el Islam. http://es.wikipedia.org/wiki/Controversia_del_Papa_Benedicto_XVI_con_el_Islam

[5] Dichiaraziones dell´Em.Mo Card. Tarcisio Bertone, Secgretario Di Stato. 16.09.2006. http://212.77.1.245/news_services/bulletin/news/18815.php?index=18815&lang=it

[6] Open Letter to his holiness Pope Benedict XVI http://212.77.1.245/news_services/bulletin/news/18815.php?index=18815&lang=it

[7] Temas del laicismo Chileno. Sarkozy y el Laicismo Positivo. Carlos Leiva Villagrán. http://geocities.com/laicismo_chileno/cleiva.htm

[8] El fundamentalismo Islámico. Joseph Ratzinger. 1993. http://www.interrogantes.net/Joseph-Ratzinger-El-fundamentalismo-islamico-1993/menu-id-1.html

[9] Ver "Islam y rearme cristiano: una perspectiva crítica". Jorge San Miguel (13.04.2008) en Club Lorem Ipsum, Instituto de política y análisis internacional. http://www.lorem-ipsum.es/publicaciones/articulo.php?art=104

[10] The New York Times, Week in Review, The Pope without his Sting, by Ian Fisher, Dec 3, 2006. http://www.nytimes.com/2006/12/03/weekinreview/03fisher.html?_r=3&ref=weekinreview&oref=slogin

[11] La Voz. México, Nov 30, 2006. Reza Papa en mezquita Azul y envía mensaje a islámicos. http://www.azcentral.com/lavoz/noticias/articles/1130pope-CR.html

[12] The Social Affairs Unit. Nov.30,2006. Pope should not Change their Minds. http://www.socialaffairsunit.org.uk/blog/archives/001281.php

[13] Catholic.net, Ecumenismo y Diálogo interreligioso. Una palabra común entre nosotros y vosotros. Introducción en español. Octubre 2007. http://es.catholic.net/ecumenismoydialogointerreligioso/790/2713/articulo.php?id=35468

[14] El Siglo de Torreón.com.mx. Benedicto XVI y rey saudí tienen encuentro histórico. 06 de nov.2077. http://www.elsiglodetorreon.com.mx/noticia/309241.benedicto-xvi-y-rey-saudi-tienen-encuentro-hi.html

[15] Project&Syndicate. A New Holy Alliance? by Mai Yamani. 2007. http://www.project-syndicate.org/commentary/yamani18/English

[16] Zenit. El mundo visto desde Roma. Declaración final del Foro Católico-Musulmán. 06.11.2008. http://www.zenit.org/article-29078?l=spanish

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